martes, 17 de enero de 2017

¿Más vale prevenir que curar? Enviada el 25/11/2016

En dos recientes entradas en su blog El rincón de Sísifo, nuestro compañero Carlos Fernández Oropesa nos presenta sendos temas que suscitan mucha controversia, como son el tratamiento farmacológico de la “prediabetes” (ENLACE A LA ENTRADA AQUÍ) y el uso de estatinas en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular (ENLACE A LA ENTRADA AQUÍ), en vez de apostar por establecer hábitos de vida saludables. Nuestra compañera Elena Álvaro, del Servicio de Farmacia del Hospital Costa del Sol, una vez más ha elaborado el siguiente resumen que esperamos que leáis y disfrutéis como se merece.

En los últimos años hemos asistido a un cambio en los estilos de vida, lo que ha llevado a que si bien se vive más años, los niveles de glucemia son mayores, enfrentándonos a una epidemia global de diabetes mellitus tipo 2 (DM2). La DM2 se puede prevenir promoviendo hábitos de vida saludables. La industria farmacéutica, en su afán por crear un nuevo nicho de mercado, ha creado el concepto de “prediabetes” para englobar a todos aquellos pacientes que presentan más riesgo de desarrollar DM2 y que serían candidatos a un tratamiento farmacológico que ayude a prevenir el desarrollo de DM2. Los fármacos menos adecuados serían los secretagogos ya que tienen más riesgo de agotar las células beta pancreáticas, sin embargo, se han posicionado como tratamiento de la “prediabetes” porque reducen la glucemia de forma significativa a corto plazo.
 
    Se ha llevado a cabo un revisión que incluye 6 ECA, donde estudian el tratamiento de la “prediabetes”. Los autores concluyen que «No hay pruebas suficientes que muestren si los secretagogos de insulina en comparación principalmente con placebo reducen el riesgo de presentar DM2 y las complicaciones asociadas en personas con un riesgo aumentado de presentar DM2». 
 

    La línea entre la “prediabetes” (108 y 126 mg/dl) y la diabetes (cualquier valor superior) la marca un valor analítico. No se sabe con seguridad si la prediabetes es solo un trastorno definido mediante un análisis de laboratorio o es un factor de riesgo para la DM2 y que pueda ser tratado. Lo que sí sabemos es que la actividad física y una dieta baja en carbohidratos, pueden evitar el desarrollo de DM2 y disminuir de forma efectiva las tasas de enfermedad cardiovascular, por lo que no tendría sentido iniciar un tratamiento farmacológico en estos pacientes.


    Por otro lado, basándose en los últimos artículos publicados más relevantes sobre el uso de estatinas en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular y su seguridad, nuestro compañero Carlos Fernández Oropesa nos ofrece una serie de recomendaciones:


1.- La decisión de si emplear estatinas como prevención primaria, se debe de individualizar a cada caso, y no se puede generalizar, ya que no todos los tipos de pacientes son iguales ni presentan los mismos riesgos cardiovasculares. Tampoco son iguales las diferentes guías publicadas, por lo que no son equiparables.


2.- Para aclarar la evidencia debemos analizar los datos disponibles, procedentes de los ensayos clínicos. Para ello recomendamos el post “Actualización de las recomendaciones de uso de los hipolipemiantes en la prevención de la enfermedad cardiovascular”, que nos servirá también, para una adecuada toma de decisiones compartida con los pacientes.


3.- Centrar la decisión en el riesgo cardiovascular y no en los valores de cLDL para evitar el problema de sobreutilización en aquéllos pacientes que no las necesitan e infrautilización en los que pueden beneficiarse de ellas.


4.- Respecto al cálculo del riesgo cardiovascular, en España contamos con las tablas REGICOR (de elección) y las SCORE ( nueva versión publicada para pacientes >65 años). 
 

5.- Optar como medida de prevención de la enfermedad cardiovascular por tratamientos no farmacológicos (dieta, ejercicio físico, estrés, sueño…) que, además, tienen una estrecha relación con la prevención de distintos tipos de cáncer. 
 

6.- Además de los efectos adversos de las estatinas no podemos obviar que éstas también interaccionan con otros medicamentos y, en algunos casos, de forma problemática. 
 

7.- No obstante, si estamos ante un paciente que ya está tratado con estatinas y los riesgos actuales (habrá que revisar periódicamente el tratamiento) no justifican los posibles beneficios, podemos plantearnos su deprescripción



Por tanto, en vez de optar por medicalizar a “pacientes" sanos, deberíamos optar por prevenir unas enfermedades cuyas causas se deben a hábitos de vida poco saludables, y nuestros esfuerzos deberían ir dirigidos a promover dichos hábitos.

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