viernes, 9 de febrero de 2018

Suplementos de omega-3 y enfermedad cardiovascular. Nuevo metaanálisis del JAMA

Como es bien conocido, la enfermedad cardiovascular (ECV) sigue siendo una de las principales causas de muerte prematura en los países desarrollados. El interés por los ácidos grasos omega-3 y sus posibles efectos beneficiosos en la ECV comienza en los años 70 y culmina en 1980 con el estudio de Dyerberg. Este estudio estableció que la mortalidad por infarto de miocardio en los esquimales de Groelandia, ajustada por edad, era significativamente menor que sus vecinos daneses a pesar del alto contenido en grasa y colesterol y bajo en hidratos de carbono de su dieta. La diferencia que encontraron entre ambas poblaciones fue el mayor consumo de acidos grasos omega 3 de origen marino en los esquimales. Desde entonces, se ha desarrollado toda una serie de estudios epidemiológicos que parecen poner de manifiesto que una dieta equilibrada y rica en ácidos grasos omega-3 es beneficiosa para la salud cardiovascular al aumentar la proporción de omega-3 respecto a los omega-6 en las células de nuestro organismo. Recordemos que los omega-6 son los predominantes en las carnes y aceites de semilla. Se ha hipotetizado que al incrementar la proporción de esos ácidos grasos de larga cadena de la serie omega-3 (eicosapentanoico y docosahexanoico) y en contraposición a los omega-6, se potenciarían los posibles tres mecanismos principales involucrados en el efecto protector: efecto antiinflamatorio, antitrombótico y acción antiarrítmica

Bajo este paraguas epidemiológico nutricional surge la comercialización de suplementos de omega 3 para su utilización terapéutica en la enfermedad cardiovascular. Recordemos que estos preparados tiene aprobadas estas dos indicaciones:

1) Como tratamiento adyuvante en la prevención secundaria tras sufrir un infarto de miocardio, en combinación con los tratamientos de referencia.

2) En la hipertrigliceridemia endógena, como suplemento a la dieta, cuando las medidas dietéticas por sí solas resultan insuficientes para generar una respuesta adecuada.


Recordemos que no tienen ningún efecto en la reducción del LDL-colesterol (en todo caso lo aumentarían ligeramente)


La pregunta que nos hacemos todos es si, a parte de una dieta saludable, la ingesta de suplementos proporciona un beneficio consistente. Para intentar responder a esta pregunta se acaba de publicar en el JAMA un metaanálisis que engloba a 10 ECAs y más de 77.000 participantes. En concreto, pretendía responder a la pregunta de si la suplementación con ácidos grasos omega 3 (de origen dietético o farmacológico) se asocia a una reducción de eventos coronarios mortales o no en pacientes de riesgo. Desgraciadamente, los autores concluyen que la suplementación de ácidos grasos omega-3 no se asoció de forma significativa con esa reducción de eventos coronarios y por tanto, no proporciona respaldo para recomedar suplementos de omega-3 en pacientes con historia de ECV.


Este estudio refuerza la no consistencia de la utilidad de estos suplementos que ya nos aportó el macro ensayo del The Risk and Prevention Study Collaborative Group publicado en el NEJM en 2013, con más de 12.000 pacientes y del que se concluyó que el tratamiento con omega-3 no disminuía la morbimortalidad cardiovascular en pacientes con multiples factores de riesgo tratados en atención primaria.


Os recomendamos acceder mediante este enlace  a la excelente “disección” y análisis de este nuevo metanálisis que ha sido realizado nuestro compañero Carlos Fernández Oropesa en su blog “El rincón de sísifo”. Creemos que cualquier análisis adicional por nuestra parte empeoraría el resultado final.

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